miércoles, 25 de julio de 2012

El CCMA desarrolla actualmente el Proyecto EDUCACIÓN PARA PREVENIR y  ENFRENTAR CATÁSTROFES SOCIOAMBIENTALES.
El mismo, tiene como fin contribuir en la capacitación de diferentes actortes sociales vitales: docentes, estudiantes, ciudadanos y profesionales. El proyecto parte de evaluar la vulnerabilidad presente en nuestra sociedad y, a partir de ésto, generar espacios de capacitación con personal idóneo que comparta su experiencia y conocimientos.
Un manual ameno e instructivo sumará al proyecto metodologías y ejemplos necesarios para prevenir y educar en la prevención.
 
 ".... Al mismo tiempo que las relaciones sociedad - naturaleza van cobrando forma sobre procesos complejos en la marcha de la historia, la exposición a los peligros a los que la comunidad se enfrenta, va adquiriendo nuevas expresiones, cuyas dimensiones asumen, en muchos casos, un alcance de magnitudes impensadas. Pareciera que en este proceso globalizador, las catástrofes también adquieren dicha escala. No es sólo eso; las expresiones violentas de los desastres, tanto naturales como de origen social, se retroalimentan con sociedades más vulnerables, ya que la liquidez en la que se expresan cultural y económicamente, las expone de manera agravante. Por otra parte, las manifestaciones de este orden adquieren la componente propia de la posmodernidad: estamos ante catástrofes inciertas, casi vistas como impredecibles.
      Estas incertidumbre y  sensación de impotencia propias de la sociedad actual hacen que se miren los procesos que llevan a las catástrofes, como inevitables. En realidad, es la incapacidad creciente de las comunidades humanas de resolver y prevenir lo que genera dicha sensación. Vida tecnificada, acentuado alejamiento e incomprensión de los procesos naturales, intolerancia hacia el otro, individualismo creciente, educación híbrida y desactualizada, cosmovisión del conocimiento fragmentado, interés “concentrado” en los fines de acumulación, pueden ser, entre otros,  los factores de una entrada de la sociedad al siglo XXI, fragilizada y fácilmente expuesta a nuevos peligros globales, provenientes de “quien sabe quienes, qué y dónde”
    “Desde hace algunos años, los científicos vienen advirtiendo del aumento  de las catástrofes a escala mundial; así en la década de 1990 se destacan los fenómenos de origen natural. También se ha señalado que el 97% de estos desastres ocurren en los países menos desarrollados, aunque las sociedades de la opulencia no están exentas de los mismos” ( Robledo, S. Et. Al. 2008).
     Cuando se aborda la problemática de los riesgos y desastres  hay que tener en cuenta dos componentes básicos: el peligro y la vulnerabilidad.
     El término desastre o catástrofe, según las Naciones Unidas( 1984)  es ”todo evento concentrado en el tiempo y espacio en el cual una comunidad sufre daños severos y tales pérdidas afectan a sus miembros y a sus pertenencias físicas de forma tal que la estructura social se resiente y la realización de las principales funciones de la sociedad también”.
     Dicho de otro modo, hay una catástrofe cuando ha sucedido un evento cuyo origen puede ser natural o humano   y ha producido daños severos a la sociedad. El riesgo puede ocurrir, es potencial, en cambio, la catástrofe, ya ocurrió o está ocurriendo.
     El  peligro se refiere a la “probabilidad de que se produzca en una zona dada y en un tiempo determinado un fenómeno natural o antrópico potencialmente dañino”.  (ibidem).
     La vulnerabilidad es la probabilidad de que cualquier elemento construido, económico o social, expuesto a un peligro resulte destruido o dañado.
     Calvo (1997) la define como el grado de eficacia de un grupo social determinado para adecuar su organización frente a aquellos cambios en el medio natural que supongan riesgos.
     Es justamente en este último concepto donde se puede incluir variables como: nivel socioeconómico, exposición de la población, legislación, gestión y la educación ambiental.
     La preparación que tenga una comunidad para enfrentar una situación extrema, muchas veces, produce la diferencia entre una catástrofe o un evento poco significativo.  El Centro de Cartografía del Medio Ambiente viene trabajando la temática de los riesgos desde hace unos años. Mientras el CCMA se ha  ocupado de ella han surgido preguntas:

¿Qué grado de conciencia tiene la población sobre los riesgos socioambientales a los que está expuesta?
¿Cuáles son los riesgos que conoce y cuáles desconoce?
¿Está preparada para actuar en caso de una catástrofe?
¿De qué modo se puede mejorar la   capacidad de acción y reacción de los ciudadanos ?
¿Qué actores sociales intervienen en la preparación de planes de contingencia?
¿Cuáles son esos planes, si es que existen?
¿Hay cartografía y otras formas de herramientas producidas por el sector especializado de la sociedad, elaborada para ordenar las acciones territoriales en el caso de un evento catastrófico?"

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